En un campamento de obras públicas de una empresa francesa, situado en algún lugar de África, ha muerto un obrero negro. Su hermano, Alboury, llega al campamento para reclamar el cuerpo al jefe de obra, Horn. Éste trata de retrasar ese momento, en el fondo para evitar, la entrega del cuerpo, ya que no ha sido un accidente laboral.
Cal, capataz de la obra, describe a Horn cómo lo ha matado, ante una "falta de subordinación" del obrero asesinado, y en un arrebato de soberbia y de superioridad. Tras asesinarlo y abandonarlo en diferentes sitios, finalmente Cal, machacado por sentimientos de culpa, lo arroja a una cloaca de donde no pueda volver a recogerlo.
En el campamento también está una mujer, Leonia, a la que Horn ha pagado el viaje desde Francia para casarse con ella, invitándola a los juegos de pirotecnia que ha organizado en el campamento.
El campamento está representado en el interior de una alambrada, en el medio del escenario. En el interior del campamento están los 3 extranjeros: Leonia, Cal y Horn. Alboury, nunca entra en el interior del campamento, siempre está fuera y se mueve libremente por el exterior.
Horn es un hombre que aunque enaltece el trabajo para su empresa, ya está cansado de su trabajo en África. Ahora quiere casarse, dejar esa vida de la que ya está hastiado.
Cal tiene unos rasgos muy duros, una mirada desafiante. Es un hombre culto que ha viajado bastante. Está en África y en la obra, únicamente por dinero. Es un personaje oscuro, violento, racista y siniestro. Alcohólico y jugador. Adora a su perro, desaparecido en las últimas horas, y que parece que es el único ser vivo por el que siente cariño.
Albury, ante todo quiere recuperar el cuerpo de su hermano, para "devolverlo" a la familia, para que el nexo de unión con él no desaparezca. Insiste una y otra vez en recuperarlo. Se niega a dejarse sobornar por dinero. Aunque su personalidad no está bien definida en la obra, su físico es el de un hombre sano, siempre está erguido (al contrario que Cal y Horn, que a menudo salen abatidos y agachados), lo que refleja el orgullo por su raza, y la negación a "someterse" a lo que le quieren imponer los blancos del campamento.
Es el personaje que aparece más libre, no sólo por estar en el exterior de la alambrada, sino porque siempre que no interviene él, está caminando alrededor entre las butacas, por detrás de los espectadores, siendo él, en esos momentos, espectador igualmente.
Leonia, es una mujer insegura, con muchos miedos. Viene huyendo de una realidad que no sabemos cuál es pero que no la hace feliz. Cuando conoce a Albury, da la impresión de que se enamora de él desde el primer instante, siendo capaz de renegar hasta de su raza por estar con él, no sé si por amor, o por hastío de su vida actual.
Durante toda la obra, los diálogos, siempre a dos (manteniendo a los otros dos en la penumbra) son en su mayoría violentos. Enfatizados por golpes y gritos. Combates verbales de una gran violencia. En el enfrentamiento final, Alboury, a falta del cuerpo de su hermano, acaba matando al asesino de un tiro.
La obra habla de muchas cosas, lanza mensajes constantemente de incomunicación, de explotación, de soledad, de inseguridad, de injusticia... En un momento de la obra, Horn habla de un proyecto que de poder llevarlo a cabo, acabaría con la desigualdad, el racismo, el instinto de pertenencia a un territorio... consiste en levantar en una superficie que ocuparía según su cálculo aproximadamente un espacio equivalente a la mitad de Francia, bloques de edificios, todos iguales, en los que tendría cabida toda la humanidad, así, el resto del planeta, podría ser explotado por todos, libremente. El único problema, según él, es encontrar el lugar donde ubicarlo.
Es de estas obras que, al menos yo, no asimilo nada más terminarla. Es para pensar en ellas horas/días después... Me ha gustado la puesta en escena, los actores en medio del escenario y el público (por cierto muy escaso, no más de 30 personas) rodeándolo.
La escena de la violación está bien representada, totalmente a oscuras y oyendo únicamente los jadeos. También la escena final, con Cal apuntando con su rifle, en el que por momentos, sentí miedo de verdad.
Las interpretaciones, sin ser brillantes, van ganando en el trascurso de la obra. El que más me ha gustado es Manuel Chacón, logrando verdaderamente que odies al personaje que representa. Con una mirada por momentos muy cruel que lo dice todo.
Me ha gustado el juego de luces, y sonido que durante la obra, ponen tensión o relajan los diferentes momentos de la historia que estamos viendo.