martes, 27 de marzo de 2012

La antigua taquería


Restaurante/Bar Mexicano
Calle Cabestreros, 4
Madrid
Barrio: Lavapiés














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Hoy después de visitar un piso en la calle Cabestreros, dimos con este bar/restaurante justo enfrente. Está situado entre Lavapiés y La Latina. El local se ve que es el típico bar de barrio que han "reconvertido". Leo antes de escribir el post que es del año 41, se llamaba Bar Máximo, y ahora es un local heterofriendly que lo lleva una pareja de chicas. 

La verdad es que el sitio tiene "sabor". Destaca una pintura-mural al fondo de la típica calavera mexicana. Es una pena que no llevase la cámara conmigo. Por lo demás, no parece que hayan hecho grandes variaciones. En los espejos está pintada la carta. La base son los tacos, los nachos y las tortillas. 

El precio es razonable pero no está tirado. 1 michelada, 1 coronita, 4 minitacos, 1 tortilla y unos nachos con frijoles, guacamole y queso: 24 euros. Las salsas caseras con 3 tipos de picantes. 

Las chicas simpáticas. En definitiva. Recomendable para tapear típica comida mexicana. También hacen cócteles, así que tendremos que volver y probar el tequila ;-)


domingo, 25 de marzo de 2012

Nueva Visión

Bareto sede de los Ramones en la Calle Velarde 
Barrio: Malasaña











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El viernes estuvimos de cervezas por Malasaña también llamado barrio de Las Maravillas. Es un barrio de Madrid, situado en el Centro de la ciudad y está limitado por la Gran Vía, la calle calle Fuencarral, la calle San Bernardo y la zona de la plaza de Bilbao. La zona es conocida por su ambiente alternativo y su vida nocturna. Leo que Malasaña fue el centro de la llamada Movida madrileña de los años 70 y años 80.

Este bareto fue un descubrimiento para mi, casi nada más llegar a Madrid en Septiembre. "Antro" oscuro, sucio pero con un ambiente y música que lo hacen tan peculiar y diferente a los sitios que solemos ir, que nos divierte mucho, a pesar de que permiten fumar dentro (haciendo caso omiso a la ley vigente anti tabaco). 

Sin duda, el tipo que está en el bar (suponemos que el dueño), a veces "poniendo copas" a veces sólo poniendo música, es el alma del local. 





El ambiente es de lo más variado, desde punkis, rockabillys, tribus urbanas sin nombre conocido, como los que estaban el otro día, chicos con pelo largo, barba crecida al libre albedrío y lóbulos de las orejas deformados por una especie de piercings redondos, heavys venidos a menos.... y nosotros ¿?

Antiguo club de fans oficial de Los Ramones, es la música que más suena en el garito. 

jueves, 22 de marzo de 2012

El crimen de Lord Arthur Savile


Creado a partir del relato breve Lord Arthur Savile's crime de Oscar Wilde

Texto y letras de las canciones: Rubén Montaña y Toni Sans
Música y Dirección musical: Francesc Mora
Coreografía: Lali Camps y Joan María Segura
Dirección Escénica: Joan María Segura Bernardas
Reparto:
Anna Alborch: Sybil Merton
Lali Camps: Salomé/Lady Windermere
Rubén Montaña: Lord Arthur Savile
Albert Mora: Mr. Percy
Toni Sans: El gran Séptimo
María Santallusia: Mrs. Percy

Compañía: Egos Teatre



Teatro Fernán Gómez, 22 de Marzo de 2012 (Madrid)




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Durante su espectáculo de ilusionismo y quiromancia, "El gran Séptimo" le augura a Lord Arthur que en el futuro va a asesinar a un familiar. Para evitar que sea a su prometida a quién él mismo mate, decide anticiparse, y eligir a otra persona de su familia, pero no se imagina lo difícil que será asesinar a alguien cuando uno no es un criminal.



Estupenda la adaptación, la puesta en escena, el vestuario, las interpretaciones y la música. En cuanto a las canciones, no sé si por un problema de sonido de la sala, las voces en ocasiones resultaban "chillonas", sobre todo la de Anna Alborch como Sybil Merton. En las interpretaciones me han gustado especialmente María Santallusia y Lali Camps.

Un musical alegre, divertido que nada tiene que envidiar a las grandes producciones. Habla, entre otras cosas, del destino y de cómo podemos influir en él, o no....

"En la vida un hombre sólo puede enfrentarse con dos tragedias, la primera no poder cumplir sus sueños. La segunda, qué ironía, es llegarlos a cumplir"




Ab

Es la segunda vez que veo a esta pequeña compañía catalana, Egos Teatre. Se ve que van ganando en fama porque les veo en el mismo teatro, el Fernán Gómez, aunque esta vez en la sala grande (si bien estaba medio vacía) y con mucho más presupuesto tanto de escenografía como de vestuario. Egos teatre, por lo que he podido leer en su página web, se creó en el 2005 con la promoción de ese año del Institut del Teatre de Barcelona en su especialidad de teatro musical. He descubierto, y por eso me son aún más simpáticos, que su primer montaje No hem vingut pas per fer-nos esbroncar! está basado en uno de mis autores favoritos de tiempos de la universidad, Boris Vian.

El crimen de Lord Arthur Savile es una comedia macabra basada en la obra homónima de Oscar Wilde. He ojeado el texto original y creo que han tenido el acierto de trasladar el original a un ambiente más divertido, como el cabaret donde El Gran Séptimo le dicta su profecía al excéptico Lord Savile. Destaca el colorido del vestuario, tanto de ellas como de ellos. Así el primo de Arthur, Percy, está estupendo con sus trajes; llama la atención Lali Camps en su papel de la ayudante del Gran Séptimo, con un muslamen que no es habitual ver en los escenarios; por cierto, que Loli también interpreta los papeles de la amante de Percy, Salomé (tuvimos suerte que no hizo el baile de los siete velos) y de Lady Windermere. Tony Sans (el gran Séptimo) tiene el papel a la medida para su físico desgarbado, en especial en la escena final, cuando aparece en calzoncillos largos, está de nota. 

En su faceta vocal no están del todo mal, lo que quiere decir que no son ninguna maravilla. Tampoco ayuda que los altavoces distorsionan a alguno (especialmente a alguna). En cualquier caso, el conjunto es más que pasable, ésto es teatro musical y no ópera donde prima la voz a la interpretación.



sábado, 17 de marzo de 2012

Combate de negro y de perros


de Bernard-Marie Koltes


Dirección, traducción, adaptación y espacio escénico: 
Mikolaj Bielski y Borja Manero 


Reparto: 
Manuel Tiedra: Horn
Malcolm Sité: Albury
Lorena Roncero: Leonia
Raúl Chacón: Cal


Teatro Réplika, 17 de Marzo de 2012 (Madrid)






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En un campamento de obras públicas de una empresa francesa, situado en algún lugar de África, ha muerto un obrero negro. Su hermano, Alboury, llega al campamento para reclamar el cuerpo al jefe de obra, Horn. Éste trata de retrasar ese momento, en el fondo para evitar, la entrega del cuerpo, ya que no ha sido un accidente laboral. 
Cal, capataz de la obra, describe a Horn cómo lo ha matado, ante una "falta de subordinación" del obrero asesinado, y en un arrebato de soberbia y de superioridad. Tras asesinarlo y abandonarlo en diferentes sitios, finalmente Cal, machacado por sentimientos  de culpa, lo arroja a una cloaca de donde no pueda volver a recogerlo. 
En el campamento también está una mujer, Leonia, a la que Horn ha pagado el viaje desde Francia para casarse con ella, invitándola a los juegos de pirotecnia que ha organizado en el campamento.
El campamento está representado en el interior de una alambrada, en el medio del escenario. En el interior del campamento están los 3 extranjeros: Leonia, Cal y Horn.  Alboury, nunca entra en el interior del campamento, siempre está fuera y se mueve libremente por el exterior.
Horn es un hombre que aunque enaltece el trabajo para su empresa, ya está cansado de su trabajo en África. Ahora quiere casarse, dejar esa vida de la que ya está hastiado.  
Cal tiene unos rasgos muy duros, una mirada desafiante. Es un hombre culto que ha viajado bastante. Está en África y en la obra, únicamente por dinero. Es un personaje oscuro, violento, racista y siniestro. Alcohólico y jugador. Adora a su perro, desaparecido en las últimas horas, y que parece que es el único ser vivo por el que siente cariño. 
Albury, ante todo quiere recuperar el cuerpo de su hermano, para "devolverlo" a la familia, para que el nexo de unión con él no desaparezca. Insiste una y otra vez en recuperarlo. Se niega a dejarse sobornar por dinero. Aunque su personalidad no está bien definida en la obra, su físico es el de un hombre sano, siempre está erguido (al contrario que Cal y Horn, que a menudo salen abatidos y agachados), lo que refleja el orgullo por su raza, y la negación a "someterse" a lo que le quieren imponer los blancos del campamento. 
Es el personaje que aparece más libre, no sólo por estar en el exterior de la alambrada, sino porque siempre que no interviene él, está caminando alrededor entre las butacas, por detrás de los espectadores, siendo él, en esos momentos, espectador igualmente. 
Leonia, es una mujer insegura, con muchos miedos. Viene huyendo de una realidad que no sabemos cuál es pero que no la hace feliz. Cuando conoce a Albury, da la impresión de que se enamora de él desde el primer instante, siendo capaz de renegar hasta de su raza por estar con él, no sé si por amor, o por hastío de su vida actual. 
Durante toda la obra, los diálogos, siempre a dos (manteniendo a los otros dos en la penumbra) son en su mayoría violentos. Enfatizados por golpes y gritos. Combates verbales de una gran violencia. En el enfrentamiento final, Alboury, a falta del cuerpo de su hermano, acaba matando al asesino de un tiro. 
La obra habla de muchas cosas, lanza mensajes constantemente de incomunicación, de explotación, de soledad, de inseguridad, de injusticia... En un momento de la obra, Horn habla de un proyecto que de poder llevarlo a cabo, acabaría con la desigualdad, el racismo, el instinto de pertenencia a un territorio... consiste en levantar en una superficie que ocuparía según su cálculo aproximadamente un espacio equivalente a la mitad de Francia, bloques de edificios, todos iguales, en los que tendría cabida toda la humanidad, así, el resto del planeta, podría ser explotado por todos, libremente. El único problema, según él, es encontrar el lugar donde ubicarlo. 
Es de estas obras que, al menos yo, no asimilo nada más terminarla. Es para pensar en ellas horas/días después... Me ha gustado la puesta en escena, los actores en medio del escenario y el público (por cierto muy escaso, no más de 30 personas) rodeándolo. 
La escena de la violación está bien representada, totalmente a oscuras y oyendo únicamente los jadeos. También la escena final, con Cal apuntando con su rifle, en el que por momentos, sentí miedo de verdad. 
Las interpretaciones, sin ser brillantes, van ganando en el trascurso de la obra. El que más me ha gustado es Manuel Chacón, logrando verdaderamente que odies al personaje que representa. Con una mirada por momentos muy cruel que lo dice todo. 

Me ha gustado el juego de luces, y sonido que durante la obra, ponen tensión o relajan los diferentes momentos de la historia que estamos viendo.